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Principales diferencias de las pesadillas
¿Qué son los terrores nocturnos?
Los terrores nocturnos son episodios de miedo intenso y pánico que ocurren durante el sueño profundo, generalmente en las primeras horas de la noche.
Las personas que experimentan terrores nocturnos no suelen recordar el evento al despertar. Estos episodios son más comunes en niños, pero también pueden afectar a adultos. Afectan a aproximadamente el 3-6 % y suelen comenzar entre las edades de 3 y 12 años y por lo general desaparecerán en la adolescencia.
Estos episodios suelen durar de 10 a 20 minutos y pasado este tiempo suelen volver a dormirse. El episodio ocurre durante la fase de sueño profundo en las primeras horas de la noche.
Síntomas
Los terrores nocturnos son un trastorno del sueño que se manifiesta principalmente en niños, aunque también pueden presentarse en adultos.
- Son sueños perturbadores que suelen despertar a la persona.
- Generalmente no provocan recuerdos claros al despertar.
- El paciente presenta un estado de agitación, puede gritar, llorar o mostrar signos de miedo extremo sin estar completamente despierto. Los signos físicos como:
- Sudoración
- Respiración acelerada
- Ritmo cardíaco elevado.
- Pueden moverse bruscamente o mostrar signos evidentes de inquietud.
- Sus ojos pueden estar abiertos, pero no están realmente despiertos ni conscientes de su entorno.
- Se sientan en la cama de manera repentina.
- Suelen despertarse desorientados y asustados, sin recordar lo sucedido durante el episodio.
Reconocer estos síntomas es esencial para buscar ayuda profesional y encontrar estrategias efectivas que ayuden a manejar este trastorno del sueño.
¿En qué se diferencian de las pesadillas?
Ambos forman parte de las parasomnias y suelen aparecer durante el desarrollo de los niños.
Durante un terror nocturno, la persona puede gritar, llorar, moverse bruscamente o incluso levantarse de la cama, sin embargo, durante una pesadilla, no suelen gritar ni agitarse, hasta que no se despiertan.
Los terrores nocturnos no suelen dejar recuerdos claros en la persona que los experimenta, mientras que las pesadillas si que lo recuerdas al despertar. Otra diferencia importante entre pesadillas y terrores nocturnos radica en la fase del sueño en la que ocurren. Las pesadillas suceden durante la fase REM del sueño y pueden recordarse vívidamente al despertar, los terrores nocturnos se producen en la fase de sueño no REM.
Otra diferencia importante es que las pesadillas suelen tener una narrativa coherente, mientras que los terrores nocturnos son más bien una sensación de pánico sin una historia clara.
Causas comunes en los terrores nocturnos
Existen varios factores que desencadenan terrores nocturnos, siendo uno de los más comunes el estrés.
- En el 80% de los casos existen antecedentes en la familia.
- Situaciones estresantes en la vida cotidiana, como problemas familiares o cambios en el entorno escolar, pueden provocar estos episodios en niños y adultos.
- Otro factor significativo es la privación del sueño. La falta de un descanso adecuado puede alterar los ciclos del sueño y aumentar la probabilidad de experimentar terrores nocturnos. Es importante establecer rutinas de sueño saludables para minimizar este riesgo.
- En el caso de los niños, la fiebre puede ser un desencadenante adicional. Durante períodos de enfermedad, especialmente cuando hay fiebre alta, es posible que los pequeños experimenten más frecuentemente estos episodios aterradores.
Reconocer estas causas comunes puede ayudar a padres y cuidadores a manejar mejor las situaciones relacionadas con los terrores nocturnos y ofrecer un entorno más tranquilo para descansar.
¿Qué pueden hacer los padres?
Aunque no existe una solución única para todos los casos, hay varias estrategias que podemos implementar para ayudar a manejar esta situación
Es importante entender que los terrores nocturnos no son peligrosos en sí mismos, aunque pueden ser angustiantes para los familiares que los presencian. No se recomienda intentar despertar al niño durante un episodio, ya que esto puede aumentar su confusión y ansiedad. Es importante entender que generalmente no son perjudiciales y suelen desaparecer con el tiempo.
Ante un episodio de terror nocturno en un niño lo mejor que puedes hacer es situarte cerca de él, retirar cualquier cosa que pueda suponer un peligro y hablarle con calma, sólo hay que intervenir en caso de que consideres que puede hacer daño con algo. Un despertar brusco puede generar desorientación y confusión en el niño.
Es fundamental mantener una rutina de sueño consistente. Establecer un horario regular para acostarse y despertar puede ayudar a regular el ciclo de sueño del niño, y con ello, reducir la frecuencia e intensidad de los terrores nocturnos.
Además, crear un ambiente tranquilo y relajante en la habitación es esencial. Esto puede incluir el uso de luces tenues, eliminar dispositivos electrónicos y mantener una temperatura confortable.
También es importante abordar cualquier fuente de estrés o ansiedad en la vida del niño. Conversar sobre sus preocupaciones y ofrecer apoyo emocional puede ser beneficioso. En algunos casos, técnicas de relajación como la respiración profunda o la visualización pueden ser útiles antes de dormir.
Durante un episodio de terror nocturno, lo mejor es permanecer cerca del niño para garantizar su seguridad, pero evitar despertarlo, ya que esto puede aumentar su confusión. Si los terrores nocturnos persisten o son muy frecuentes, es recomendable consultar con un pediatra o un especialista en trastornos del sueño para obtener orientación adicional y descartar cualquier problema subyacente.
Además, incorporar técnicas de relajación para dormir mejor puede ser muy beneficioso. Prácticas como la meditación, la respiración profunda o el yoga antes de dormir pueden ayudar a calmar la mente y preparar el cuerpo para un sueño más reparador.
En casos persistentes o severos, es recomendable consultar a un especialista en trastornos del sueño. Recuerde que la paciencia y la comprensión son fundamentales. Con el tiempo y las estrategias adecuadas, los terrores nocturnos suelen resolverse por sí solos.