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Mitos sobre el suicidio

A veces, cuando experimentamos un elevado sufrimiento, nos pueden surgir pensamientos como “ojalá me durmiera y no volviera a despertarme” o “estaría mejor muerto/a”; a veces, estos pensamientos pueden cronificarse y/o puede que lleguemos a pensar en “acabar con todo” y poner fin a nuestra vida. Las ideas de suicidio, por tanto, surgen como resultado de una profunda desesperanza, y de ver la muerte como la única salida posible ante circunstancias de la vida que se experimentan como insoportables, como una solución permanente ante un intenso dolor emocional y/o físico.

Se estima que, en el mundo, hay una muerte por suicidio cada 40 segundos; unas 11 personas al día se quitan la vida en España (tres veces las muertes por accidente de tráfico). Sin embargo, aún existen creencias erróneas o mitos en relación al suicidio, que puede aumentar el estigma en torno a él y obstaculizar la petición de ayuda.

Entre estos mitos, encontramos:

MITO 1. Preguntar a una persona si está pensando en suicidarse puede incitarle a hacerlo

El suicidio suele tratarse como un tema tabú, generalmente por miedo a “darle ideas” a la persona o a incrementar su sufrimiento. Sin embargo, esto puede aumentar su desesperanza (“nadie puede ayudarme, estoy solo/a”) y hacer que la persona no exprese estos pensamientos por miedo a la reacción de los demás.

Hablar puede salvar vidas, pero es fundamental cómo se hable del tema. Es muy importante que mostremos una escucha auténtica (mostrarnos disponibles y abiertos/as para escuchar lo que la persona tiene que decir), ya que mostrará que nos preocupa su bienestar y nuestro deseo de ayudar. Discutir y enfrentarnos, o restarle importancia a estas ideas puede generar culpa y vergüenza, que agravaría el malestar que sienten. Está demostrado que preguntar y hablar abiertamente del tema, sin juicios y respetando los tiempos de la persona alivia la tensión que presentan y disminuye el riesgo de suicidio.

MITO 2. La persona que expresa su deseo de acabar con su vida nunca lo hará, solo busca llamar la atención

Con frecuencia, las personas que han intentado suicidarse habían expresado previamente sus intenciones. Estas verbalizaciones NUNCA deben ser consideradas como una forma de chantaje o de manipulación, o restarle importancia diciendo que es una “llamada de atención”. Siempre hay que tomarse en serio cuando alguien nos manifieste que desea morir o que tiene pensamientos de suicidio. 

MITO 3. La persona que realmente quiere suicidarse no lo dice

La gran mayoría de personas que se suicidan o intentan suicidarse habían expresado claramente sus intenciones. Es importante saber reconocer las señales y, si detectamos una situación de riesgo, preguntar a la persona abiertamente sobre ello y buscar ayuda.

MITO 4. El suicidio no puede prevenirse porque es algo impulsivo

El suicidio puede ser un acto impulsivo o el resultado de una planificación más estructurada. Es falsa la idea de que no podemos hacer nada para prevenir el suicidio: los planes de prevención demuestran que, cuando se detecta e interviene, los suicidios y los pensamientos de suicidio disminuyen. Es por esto que es importante identificar las señales de riesgo para poder buscar la ayuda necesaria.

MITO 5. Solo las personas con problemas graves se suicidan

El suicidio y los intentos de suicidio no siempre se corresponden con un “motivo de peso”. En ocasiones, muchos problemas pequeños que se solapan unos con otros pueden llevar al suicidio, problemas que, muchas veces, no se aprecian claramente desde fuera. Además, lo que para algunas personas puede resultar de poca importancia, para otros puede ser terrible. 

No siempre conocemos las vivencias internas de las demás personas. Valorar desde nuestro punto de vista lo que para otros puede ser más o menos grave o importante puede llevar a minimizar el dolor que estén experimentando. Es importante porque para la persona es importante.

MITO 6. Solo las personas con trastorno mental se suicidan/intentan suicidarse

El suicidio es multicausal (es el resultado de numerosas causas que, normalmente, se entremezclan entre sí). Algunas veces, es el resultado de un trastorno mental subyacente, como un trastorno de ansiedad o depresión. Sin embargo, no todas las personas que tienen ideas de suicidio tienen un trastorno mental, al igual que no todas las personas con trastorno mental tienen pensamientos de suicidio.

MITO 7. El suicidio es de cobardes/valientes

El suicidio y el intento de suicidio no son una característica de la persona: la persona que se suicida o que intenta suicidarse no es más valiente o más cobarde por ello. Es más, estos calificativos suelen añadir más dolor a la persona.

MITO 8. Las personas que han intentado suicidarse tendrán siempre estos pensamientos

Los pensamientos suicidas no son permanentes, sino un signo de que la persona está experimentando un elevado sufrimiento. Es posible aliviar el sufrimiento con el apoyo y los recursos adecuados y, por tanto, es posible dejar de tener estos pensamientos. 

MITO 9. La persona que se suicida busca morir

En la mayor parte de casos, la persona no quiere morir: busca acabar con un sufrimiento que vive como insoportable, busca descanso y paz. Habitualmente, cuando la persona siente mejoría y un alivio de este sufrimiento, estas ideas desaparecen.

MITO 10. Querer morir es una decisión lógica ante una situación desesperada

Aunque las ideas de suicidio suelen generarse ante una situación que se percibe como insoportable y de la que no hay escapatoria, esto no quiere decir que sea una situación irreversible realmente. Cuando sentimos un elevado sufrimiento, suele generarse una visión de túnel, que nos hace percibir la realidad de una forma completamente negativa y pesimista. El suicidio no es una elección libre, porque el sufrimiento no nos permite ver más allá de él. Pero que no podamos ver otra solución en ese momento no quiere decir que no exista, sino que seguramente necesitemos ayuda para verla. 

El suicidio se puede evitar. A veces, estar presente, hablar abiertamente del tema sin juicios, y preguntar cómo podemos ayudar puede suponer una gran diferencia para alguien que está sufriendo. Si tú o alguien a quien conoces puede estar en riesgo, no estás solo o sola: hay mucha gente que puede ayudar, y pedir ayuda es una de nuestras fortalezas.